1 ¿Por qué se enfurecen las naciones y los pueblos conspiran en vano?
2 Los reyes de la tierra se levantan, y los gobernantes conspiran juntos contra el Señor y contra su ungido, diciendo:
3 “¡Rompamos sus cadenas y arrojemos sus grilletes!”
4 El Señor se ríe y se burla de ellos desde su trono en el cielo.
5 En su ira los reprende, y en su furor los aterroriza, diciendo:
6 “Yo mismo he establecido a mi rey en Sión, en mi monte santo”.
7 Anunciaré el decreto del Señor: Él me ha dicho: “Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy.
8 Pídeme y te daré como herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra.
9 Los romperás con cetro de hierro; los harás pedazos como a vasija de barro”.
10 Sed, pues, sabios, oh reyes; aceptad la advertencia, gobernantes de la tierra.
11 Sirve al Señor con temor y alégrate con temblor.
12 Besa al Hijo, no sea que se enoje y te destruya de repente, porque en un instante se enciende su ira. ¡Qué felices son los que se refugian en él!

Comentario:
O Salmo 2 ofrece una visión profética del reinado del Mesías y de la soberanía de Dios sobre las naciones. Retrata vívidamente la resistencia de los gobernantes terrenales contra el dominio del Señor y de su ungido, pero también revela la futilidad de sus esfuerzos frente al poder divino. El salmista proclama la instalación del Rey Mesías por parte de Dios y la garantía de que todas las naciones le estarán sometidas. Este Salmo invita a dirigentes y gobernantes a rendirse ante el Señor con temor y alegría, reconociendo la autoridad suprema del Hijo de Dios. Nos recuerda la importancia de someternos al gobierno divino y encontrar refugio y felicidad en Su protección. El Salmo 2 es una poderosa declaración de la soberanía de Dios y de la victoria final de su Mesías sobre todas las fuerzas opositoras.



